Por Alejandro Leiras, Co Director Técnico de CEDOL

Existe una larga tradición en el sector logístico por medir todo aquello que sea plausible de ser mensurado: desde el packaging al consumo de combustible o desde la generación de empleo hasta la rotación, todo tiene en esta industria un indicador que nos ayuda a entender mejor dónde estamos pasados. Sin ir más lejos, este año se cumple el 20 aniversario del Índice de costos CEDOL, un indicador clave para las empresas del sector y con incidencia directa en la gestión operativa de otras organizaciones en distintas cadenas de valor. 

Uno de estos indicadores ha tenido en los últimos años un movimiento al que es importante prestarle atención: cada vez más son las empresas que se preocupan por medir la huella de carbono de sus operaciones, así como la gestión para reducir el impacto de la actividad en el medioambiente. De hecho, actualmente son 7 de cada 10 empresas logísticas las que se han embarcado en dicha tarea, cuando el año anterior eran 6 de cada 10, sin que existan registros de este tema en 2018.

Existen distintos motivos para entender la evolución y el camino que sigue esta cuestión en la agenda de las empresas. Por una parte, según un estudio de SAP realizado a más de 450 ejecutivos de América Latina, un 69% de ellos ya comienzan a mirar qué hacen sus proveedores en materia de sostenibilidad al momento de elegir con quien trabajar. Si bien aún no es definitorio en la mayoría de los casos, lo cierto es que para una un grupo este tema comienza a ser importante. 

Pero también hay más conciencia sobre el valor central que tiene el sector logístico y su poder para contribuir a la inclusión de mejores prácticas que permitan el desarrollo de una sociedad sostenible, bajo esta idea de buscar un desarrollo que satisfaga las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de satisfacción de las necesidades de las futuras generaciones. 

En este sentido, el sector logístico vive un momento de cambio que inclusive ha dado lugar a que las empresas que desarrollan esa actividad en Argentina se hayan puesto de acuerdo para escribir un libro que posiblemente sea una guía y testimonio en las próximas generaciones de ejecutivos al frente de estas organizaciones. 

Todo esto son señales de un viraje hacia modelos de gestión sostenibles, lo cual representa un enorme desafío cultural para las empresas: deben definir e identificar los valores y los objetivos, proponer mecanismos concretos para abordarlos, establecer métricas para medir los resultados y rendir cuenta de todo lo actuado para los públicos de interés a través de los cada vez más frecuentes -en el sector logístico y en todos los sectores- reportes de sustentabilidad. 

Aquí, un paso clave ha sido el avance que representa para el sector logístico y para la industria argentina en general que el Instituto Argentino de Normalización y Certificación haya comenzado a trabajar en la definición de parámetros de industria que permitan a todos tener un camino a recorrer con una referencia cierta en términos de gestión.

Las empresas logísticas tienen todos los elementos para priorizar la sustentabilidad y ser el factor de evolución para que la cadena de valor impulse la agenda de sostenibilidad más allá de sus primeros puntos de contacto naturales dentro de ella. Quizás, desde aquí, algo haya comenzado a cambiar y sea el puntapié para un futuro mejor.