Así lo indicó el presidente de CEDOL, Hernán Sánchez, durante el primer desayuno virtual organizado por ARLOG.
La Asociación Argentina de Logística Empresaria (ARLOG) llevó a cabo su primer desayuno del año, a través de la plataforma Zoom y en simultáneo por YouTube el jueves 23 de abril. Más de 300 personas fueron parte del encuentro virtual, en el que se debatió acerca de cómo el coronavirus está modificando el ecosistema logístico.
Con la moderación de Alejandro Leiras, director de capacitación de ARLOG, disertaron Hernán Sánchez, presidente de CEDOL y expresidente de ARLOG; Raúl Blanco, director de Finanzas, Tecnología y Logística de La Anónima, y Manuel Martínez, gerente de Operaciones, Seguridad y Medio Ambiente de Terminal Rio de la Plata.
Según coincidieron los expositores, la actividad logística resulta un eslabón fundamental en época de coronavirus. Hernán Sánchez comenzó explicando las complicaciones que sufre el sector, con un 46% del personal licenciado y la mitad de los empleados fuera de convenio desarrollando tarea bajo la modalidad home office. También expresó que “la performance de distribución bajo notablemente y hay una reducción del 55 por ciento de los vehículos en circulación”.
Sánchez se mostró preocupado por el impacto de la cuarentena: “La facturación promedio está en un 40 a 45 % por debajo de este mismo período del año pasado. Este número es alarmante, en un sector cuyos márgenes de rentabilidad en el mundo oscilan entre el 5 y el 7%”.
Al respecto, se refirió al trabajo que realiza CEDOL en conjunto con el gobierno nacional: “Tuvimos reuniones en las que discutimos las distintitas etapas de la pandemia y las medidas a tomar”. A modo de conclusión, señaló: “Como saldo de esta pandemia, tenemos que construir un modelo socioeconómico más sustentable”.
Luego fue el turno de Raúl Blanco, quien subrayó la urgencia con que se debieron tomar las decisiones en La Anónima, a fin de enfrentar las medidas de aislamiento social preventivo. Señaló lo hicieron encarando una combinación entre home office y trabajo presencial. Pero que el impacto se verificó en toda la cadena: “De un momento a otro, hubo problemas de transporte y a los proveedores les costó bastante conseguir camiones”. No obstante, expresó que su centro distribución ya está operando con poca demora de descarga y suficiente cantidad de camiones.
En cuanto al impacto económico, dijo que la pérdida de rentabilidad fue de 10 a 15%. “Las compañías perdieron capacidad de producción. Nosotros experimentamos ausentismo, pero logramos establecer un ecosistema de equilibrio para abastecer a nuestras sucursales. El comportamiento de la gente pasó a ser el primer eslabón de la operación. Este cisne negro demostró que proteger al personal, trabajar en equipo y ser solidarios resulta fundamental”, concluyó.
Por último, Manuel Martínez precisó que en TRP el impacto de los flujos se comenzó a ver en el comienzo de la cuarentena. Por el lado de los buques, el efecto sobre el volumen no fue significativo. Pero el flujo de tierra sí se sintió más afectado, sobre todo el de importación, como consecuencia de las restricciones a las actividades. En este sentido, expresó: “La exportación tuvo una caída leve de entre el 15 y el 20%, y la importación ahora empezó a normalizarse”.
Añadió que “todas las terminales del mundo sufrieron un incremento de la ocupación, producto de la baja rotación y la falta de contenedores vacíos”. Finalmente, enumeró las medidas incluidas en los protocolos de limpieza y distanciamiento social que adoptaron: “Se separaron los turnos; se cerró el comedor; se establecieron restricciones en el vestuario, y se capacitó a todos los operarios para que cada uno pueda desinfectar su lugar de trabajo”.
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