Hoy, ingresar en el mundo de la logística contemporánea y competitiva requiere muchos más recursos que en etapas anteriores. 

Por Carlos Musante, director Técnico de CEDOL.

En el año 2020 la actividad logística experimentó dos grandes momentos: el primer semestre, con una baja abrupta en los niveles de operaciones, con escasez de actividad, aún en las operaciones consolidadas. Y un segundo semestre, con flexibilización de medidas sanitarias y un lento crecimiento de tareas.

Asimismo, a la caída sufrida en las operaciones, el PBI de Bienes se ubicó entre los de mayor impacto negativo del mundo. Según la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), la macro argentina habrá decrecido en el 2020 en el orden del 10% y, si sectorizamos hacia los bienes y servicios relacionados a la logística empresaria, el impacto es aún superior.

En este contexto, cambiaron las necesidades del mercado de operaciones: estructuras casi paradas en distintas industrias, aumento de la capacidad ociosa por escaso volumen, incremento de cantidades en el inventario -aunque esto significa menor rotación-, niveles de distribución de menor tamaño que encarecen el proceso de transporte, alto nivel de ausentismo del personal de los centros de distribución y como en el resto de las actividades, personal de riesgo sin asistencia al trabajo. 

También se sumó la priorización del home office, mayor costo y menor productividad del transporte terrestre de larga distancia por menor volumen y, sobre todo, por costos de ingreso a distintas ciudades del interior con ciertas barreras internas. A todos estos cambios se sumó el incremento de los costos adicionales por motivos de seguridad contra el COVID-19.

Una mención importante reside en el crecimiento del costo de inversión necesario para las operaciones logísticas. Hoy, ingresar en el mundo de la logística contemporánea y competitiva requiere muchos más recursos que en etapas anteriores. Este incremento necesario de las inversiones en operaciones de alto nivel también genera cambios en el sesgo de las inversiones de las empresas productoras. Es decir, por motivos de productividad cada día invierten en lo que les resulta más rentable u ofrezca mayor competitividad y posicionamiento -su core business- y buscan tercerizar el resto con especialistas que permitan sinergizar su actividad sin perder nivel de servicio ni calidad de procesos.

Demanda y oferta de servicios logísticos

Ahora bien, es sabido que los servicios logísticos ofrecidos y demandados obedecen a diferentes necesidades y se caracterizan por tener:

  • Alta diversidad de servicios.
  • Gran diversidad en la calidad de instalaciones y equipamiento.
  • Elevada variación en la funcionalidad de los sistemas que soportan las operaciones.
  • Compleja descripción y medición de los niveles de servicio finalmente pactados.

Como consecuencia de esta complejidad, hasta hace unos años existían dos visiones contrapuestas, según la óptica que se utilizaba (y todavía se utiliza, en algunos casos).

Las “empresas productoras” plantean que el servicio que reciben no siempre cubre sus expectativas de contratación y que, con el comienzo de la operación, aparecen sorpresas no previstas que deterioran el servicio o incrementan los costos.

Los “operadores logísticos”, en tanto, aseguran que los servicios requeridos por las empresas no son claramente definidos, que los volúmenes no responden a lo planificado y que tampoco se evalúa correctamente su capacidad técnica y sus inversiones en instalaciones y equipamientos. Por lo tanto, es difícil establecer precios correctos que soporten el servicio a brindar y las inversiones involucradas.

Seguramente ambas partes tenían razón y puede seguir así, mucho más si pensamos en los tiempos y dinámicas de cambio en que estamos viviendo. Pero, entonces, cuál es la solución: debemos buscar experiencias exitosas que se asimilen a las nuevas realidades.  

Cada vez más, y medido por la evolución del concepto de externalización, la subcontratación de los servicios logísticos se presenta como una alternativa estratégica para las “empresas productoras” y como una oportunidad de negocio para los “operadores logísticos”. Incluso, se observa una sinergia positiva que crece año a año y vuelve más profesional al vínculo entre compañías complementarias en sus objetivos y políticas. 

En la actual situación de la logística, se puede verificar que los 3PL vivieron en los últimos diez años un extraordinario proceso de profesionalización y especialización. Esto sucedió tanto en tecnología como en la información de procesos. También en niveles de servicio, que se ampliaron y complementaron de tal modo que surgieron nuevos actores capaces de generar economías de escala e inversiones en sectores muy específicos. Además, es notorio un creciente proceso de implementación de certificaciones y sellos de calidad tipo ISO 9000 e ISO 14000, entre otros más, para operar distintos tipos de productos y recrear, junto con los clientes, experiencias muy exitosas. 

¿Qué es una experiencia exitosa?

La Real Academia de la Lengua recomienda el uso del término experiencia como práctica prolongada que proporciona conocimiento o habilidad para hacer algo y, además, toma como tal el conocimiento de la vida adquirido por las circunstancias o situaciones vividas. Esta definición constituyó, justamente, lo que CEDOL expresó referido a las operaciones logísticas sujetas a procesos de externalización en su libro “Logística por especialistas: tercerizaciones exitosas”. (https://www.cedol.org.ar/manuales.html)

La publicación presenta diversos casos de generadores de cargas y sus operadores logísticos que relatan la problemática inicial y de qué manera lograron alcanzar una experiencia exitosa para el negocio. Todas ellas son valiosas experiencias para realizar un benchmarking extraordinario. 

En la actualidad, los procesos logísticos se encuentran cada vez más cercanos a los objetivos del negocio, ya sea por la mejora en los niveles de servicio o por la captación de nuevos mercados, geografías o por la posibilidad de crecimiento en volúmenes. Es decir, por el cumplimiento de la variable de tiempo y lugar, la función logística es cada día más complementaria para los productores de carga alrededor del mundo.

Si la actividad logística continúa avanzando, como lo hizo por ejemplo en 2020 impulsada por el comercio electrónico, quien dice que no podremos llegar a una “regla filosófica universal” que permita mayor transparencia en la información y en la aplicación de benchmarking para, en consecuencia, generar una fuerte corriente de ganar-ganar para todos.